Visiones sonoras 19 – Día 1

 

Visiones Sonoras 19 día 1
6 de marzo de 2023

 

En 2023 el Festival Visiones Sonoras llega a su versión 19. Los cambios en la tecnología aplicable a la música y las artes sonoras, desde 2004, han sido tremendos. Y si algo propone el CMMAS (Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras) es que no hay tecnología que no sea aplicable a la música y las artes sonoras. Esa es la cuestión fundamental del Festival al ofrecer posibilidades de encuentro, intercambio, discusión y difusión en la aplicación de tecnologías en el terreno de lo que suena.

 

Son apenas seis personas quienes hacen posible Visiones Sonoras y son el núcleo que mantiene en acción al CMMAS. Concuerdo con quienes ven en esto el resultado de haber logrado un excelente grupo de trabajo en el que destacan su capacidad de enfocarse en sacar adelante lo que se proponen y con el propósito de ir cada vez más adelante.

 

Así que, día uno de VS19. Comenzaron con puntualidad para dar una bienvenida breve, al grano, dar sus agradecimientos a las personas e instituciones que hacen posible el Festival y al CMMAS, algunos anuncios puntuales y, en menos de 15 minutos, Rodrigo Sigal concluyó para que iniciaran las conferencias del día. Entró en escena Francisco Colasanto, encargado de la coordinación general, quien da paso a la sucesión y continuidad de presentaciones y hace cumplir los horarios. Visibles en los controles, enchufes y desenchufes de equipos, conexiones y desconexiones oportunas y sin fallas –o al superarlas como si no las hubiera– Tonalli Nakamura y Daniel López. En todas partes está Cynthia García, encargada de la divulgación y comunicaciones, entre otros asuntos. Y casi invisible, casi inaudible, Romina, quien logra que fluyan las cosas al punto que da la impresión de que tienen lugar por si solas. Y no es así.

 

Cinco grupos hicieron sus presentaciones. Insisto en que los horarios se cumplen. Esto es importante porque son muchas conferencias a cargo de un grupo grande de personas con proyectos muy distintos, diversidad de enfoques y requerimientos múltiples. Varias de ellas hicieron viajes internacionales porque, con el apoyo del British Council, VS19 hizo una curaduría con gente venida del Reino Unido y otros lugares con proyectos de muy largo alcance en tiempo, ambiciones y cobertura geográfica, sonora, tecnológica, científica y artística, que tiene una relación directa con México y Latinoamérica.

 

Debo decir con Francisco Colasanto lo que él resalta:

las biografías de cada participante están disponibles en la página del Festival, también los detalles de sus proyectos que son relevantes para el evento y están disponibles las ligas que conducen a sus actividades, ya sean las que tienen que ver esta convocatoria o muchas otras más.

 

Todo, todito todo está en la página de VS19. Así que todo va al grano. Sin pérdidas de tiempo en formalidades innecesarias, en un ambiente de generosa amabilidad. Y como es habitual en México practican bien el delicado oficio de la anfitrionía.

 

 

Primeros – Andrew Lewis, compositor que se identifica en su cuenta de twitter como @acousmatician, combinación entre acusmático –quien entiende, indaga o descifra al universo a través de los sonidos– y mago –quien hace los trucos que nos llevan a creer que las ilusiones son reales–. Su pregunta central aquí fue: Are We Listening? La hizo en inglés porque él y varias personas más hicieron sus presentaciones en el idioma que les fluyen con mayor facilidad. Al fondo del salón se ofreció una traducción para quienes quisieron agruparse a escuchar la versión en español. Y la pregunta de si estamos escuchando llevaba aparejada que lo que le interesa es ayudar a que, como sociedad, nos escuchemos, que le prestemos atención a lo que escuchamos y que escuchemos al planeta. Para esto se vale de datos sobre niveles de los lagos en bases de datos libres, abiertas y gratuitas que recogen información sobre decenas de miles de lagos en el mundo. Su colega, conectado en vivo desde Leeds en Inglaterra nos recordó que, de toda el agua del planeta, solo el 3% es aprovechable y que 87% de ella proviene de los lagos. Los datos satelitales arrojan, como era de esperarse en esta versión de Visiones Sonoras centrada en el ambiente, la crisis climática, la sostenibilidad, tecnología y sonido, algunas conclusiones aterradoras.

 

Ha tomado información sobre los niveles del Lago Chapala –el cuerpo de agua dulce más grande de México– desde 2011. Se ha achicado de manera preocupante. Lo compara con los lagos Victoria y Tanganika que son cruciales para el circuito del agua en una porción muy grande de África. Menciona al lago Chad en Nigeria que desde 1972 se ha reducido en un 90%, el Aral que desde 1973 lo ha hecho en 75%, o uno en Bolivia que entre 1985 y 2020, desapareció. Este podría ser un mensaje encaminado a concluir que el mundo se está secando, que el agua escasea y tiende a desaparecer. Subrayó las consecuencias dramáticas para la gente que depende de esos lagos.  Mostró interés por tomar datos sobre niveles de los lagos y emplearlos como fuentes directas de sonido –es muy larga la noción de que números y música o números y sonido están estrechamente conectados– y dejó la inquietud de que, aunque se pueden hacer sonar y verificar con el sonido ciertas señales de alerta, de alarma o de la crisis actual, queda pendiente avanzar más en encontrar cómo hacer arte con esta información y para qué. Es decir, cómo encaminarla a abordar la pregunta central de si estamos escuchando.

 

Su presentación se centró en dos lagos. Uno en Gales, cerca de donde vive él, que es una represa construida como muchas o casi todas, inundando lugares donde vivía gente. Lo que ha sucedido con Llyn Celyn es que los niveles han aumentado.

 

Y subraya que una manifestación de la emergencia climática es que, en las zonas lluviosas, llueve mucho más. Esa represa tiene fluctuaciones y cuando baja el nivel, surgen porciones de las construcciones inundadas y, cada vez que esto ocurre, resurge el dolor por la pérdida para sus antiguos habitantes. Porque la represa se construyó por una determinación tomada en Inglaterra que afecta a territorio galés y que beneficia a Inglaterra, no a Gales. Dice que una represa tiene como objetivo la estabilidad de sus niveles y, sin embargo, se presentan estas fluctuaciones incontrolables.

 

Pasó a la presa Malpaso o Central Hidroeléctrica Nezahualcóyotl en el Estado mexicano de Chiapas. La inundación también desplazó habitantes de su territorio. Como represa, buscaría estabilidad en los niveles, pero desde 2002 el lago fluctúa hacia la baja y ha resurgido sucesivamente la iglesia de Santiago, un edificio de grandes dimensiones. Las variaciones en el nivel son enormes y apuntan hacia la disminución del lago.

 

Se pregunta si le prestamos atención a lo que el planeta o los lagos nos están tratando de decir. Para eso ofrecerá el viernes 10 en la noche un concierto con piezas hechas a partir de esta información, procesada con parches de Max-MSP en la que anticipa que por momentos parece que hubiera muchos silencios cuando se trata en realidad de sonidos muy sutiles a los que hay que prestar mucha atención para detectar el grito de alarma.

 

 

Segundos – «¿Mi celular es más tóxico que esta presentación?»

 

VS19 se vinculó con una empresa de Morelia especializada en el procesamiento de desechos electrónicos que contienen materiales altamente contaminantes y requieren procesamiento especial para contener los efectos perjudiciales de un manejo inadecuado. A la entrada del auditorio del CMMAS hay recipientes para recoger desde cables hasta cualquier tipo de equipos o partes electrónicas en desuso a los que se les dará un manejo correcto.

 

El viernes 10 desde las 9:30 se hará una jornada de recolección de estos equipos y se podrán llevar hasta lavadoras o refrigeradores y teles, compus, consolas de juegos, celulares.

 

El título de la presentación fue «Mi celular es más tóxico que mi ex». Y lo expuesto mantuvo este toque de alarma y desconexión con temas muy sensibles en muchos momentos. La labor de su empresa es meritoria y necesaria, llamó la atención sobre el consumismo tóxico y sus consecuencias ambientales, la contaminación de aguas subterráneas y de regadío para cosechas de consumo humano. Sin embargo, empleó ejemplos hipotéticos de marcado sexismo, con poca sensibilidad hacia personas habitualmente discriminadas, que hacen una caricatura de roles discriminatorios y, en fin, muestran desconexión entre serios problemas ambientales y serios problemas sociales. Sus referencias a quienes se dedican al reciclaje fueron igualmente problemáticas, poco sensibles de las condiciones de vida, salud y trabajo de quienes reciclan. Apeló a estereotipos con los que debería estar claro que no se hacen bromas porque, antes que nada, hay violencias muy graves que van más allá de lo que una broma pasajera y popular logra acentuar.

 

 

Terceros – Yair López y Javier Audirac, «Escuela de la escucha» y «Encuentros internacionales de grabación de campo»

 

Hicieron un recuento de años de labores que van de la mano del activismo ambiental, la pedagogía y el trabajo con personas jóvenes en edad escolar ya fuera en contextos sociales donde hay una frecuente exposición a condiciones ambientales de violencia o entre estudiantes a quienes se refirieron como genios, escolares jóvenes que en ocasiones son objeto de matoneo por ser personas muy enfocadas con destrezas específicas minoritarias.

 

Destacó Yair cómo las condiciones ambientales en el primer grupo les restringen sus capacidades de escucha atenta para descubrir la riqueza y posibilidades del mundo en el que están inmersos y que, por el contrario, en el segundo grupo de estudiantes los mostró como capaces de escuchar con profundidad analítica y sensible.

 

 

Esto sugiere la presencia de problemas complejos que reclaman solucionarse como prioridad social para potenciar en todas las personas jóvenes su capacidad de escuchar su entorno, prestarle atención y derivar aspectos formativos necesarios para una mejor relación entre personas y con el ambiente. Sobre esta, que llaman «Escuela de la escucha» hay un libro que publicaron junto con el CMMAS hace unos años.

 

Estas prácticas de escucha las conectaron con sus «Encuentros internacionales de grabación de campo» que en la pandemia se orientaron hacia residencias artísticas con personas de muchos países de Latinoamérica provenientes de disciplinas diversas. Entre los logros han estado la generación de la inquietud por atender a los sonidos de los ambientes en los que estuvieron en inmersión como el estero El Salado en Puerto Vallarta, un área de contención ambiental sujeta a presiones de empresas constructoras, amenazada por ruidos excesivos causados por la pólvora, el alto volumen de las fiestas, la contaminación de todo tipo proveniente de los buques turísticos, los desechos arrastrados por el viento, entre otras. Han trabajado de la mano con las comunidades asentadas en ese territorio que demanda protección y, a su vez, protege a las personas y al complejo ecosistema del que hace parte y del que es una muestra reducida y en amenaza de desaparición.

 

Entre sus preguntas centrales están: no se puede saber cuánto tiempo más van a durar estos lugares, si el arte sirve para algo en su preservación y si vale la pena seguir procediendo.

 

En 2021 fueron a la ribera del lago Chapala donde se presentan los mayores oleajes y que aportan riqueza al vasto campo sonoro disponible y amenazado por el descenso en los niveles del agua. Ante la eventual desaparición de las condiciones ambientales han contribuido, junto con la gente del lugar, a recabar una parte del archivo de los sonoros del Estado de Jalisco. Aquí se conectan con Andrew Lewis en esto de escuchar a los lagos para trata de entender el mensaje de urgencia o de crisis que involucra asentamientos humanos en expansión afectados, sin prestarle mucho oído, por lo que sucede con el agua.

 

 

Cuartos – Rob Mackay sigue el vuelo de la mariposa monarca

 

En 2015 fue Rob Mackay, músico, intérprete, compositor recibió la invitación del CMMAS para venir a dar un concierto. Allí se enteró de la mariposa migratoria monarca en sus viajes entre México, los Estados Unidos y Canadá y esta le llamó la atención como artista y artista sonoro. Resumió la larga historia de este proyecto del que se han desprendido la construcción de cabinas portátiles de video con tres pantallas ubicadas como si fueran ventanas para ver hacia el bosque donde habita la monarca y un sistema de audio con cuatro bocinas. Estas cabinas traen el entorno de la monarca a ciudades muy distantes y llaman la atención sobre la belleza del sistema que está tan amenazado que la disminución en las poblaciones de monarcas alcanza el 90% en los últimos veinte años. Entre las causas está el uso industrializado de herbicidas y pesticidas, especialmente en la franja de monocultivo intensivo de maíz en Estados Unidos, la deforestación progresiva que se extiende a las zonas de montaña alta indispensables para las mariposas monarca y, desde luego, a los graves y veloces cambios climáticos.

 

Esto le ha hecho ingresar en la ecología acústica. Participa en el diseño y ubicación de streamboxes, cajas herméticas dotadas de micrófonos, procesadores y emisores de señales para escucha en tiempo real dentro de los bosques que habita la monarca. Para lograrlo trabaja con miembros de la comunidades próximas en las que el sonido puede ser empleado como una herramienta de diagnóstico. Llama a esta práctica Ecología del paisaje sonoro o Soundscape Ecology basado en la atención a la biofonía, la geofonía y la antropofonía.

 

Cada uno de los prefijos presta atención específica a entornos ambientales en los que estamos inmersos, ya sea en el bosque indispensable para la mariposa monarca o en cualquier otro lugar.

 

El mantenimiento periódico y revisión de las condiciones de estas streamboxes está a cargo de habitantes del territorio que hacen parte del proyecto, así como de personas como Jessica Rodríguez, artista sonora que ahora cursa su doctorado en Canadá y de su padre, el poeta Rolando Rodríguez. Rob ha extendido su invitación a otras personas dedicadas a la música y las artes sonoras quienes han hecho proyectos audibles en el bosque de la monarca y entienden las particularidades acústicas de esos sitios. El término que utilizó es el de Ecological performativity con producciones de sonido humano y no humano en empatía y con conectividad.

 

Una coreógrafa moreliana lleva años interesada en la monarca y ha estado trabajando con bailarinas en el desarrollo de danza informada en las mariposas. Ella supo, un poco por azar, del interés común con Rob. Lo contactó, recibió de Rob respuesta inmediata y ahora han hecho confluir sus caminos hacia un trabajo artístico exploratorio conjunto del que se verá un montaje en su concierto del 7 de marzo.

 

Cuando Rob, la coreógrafa y bailarinas y algunas personas del equipo ya estaban en grupo frente al público, un asistente le preguntó por el impacto de su proyecto.

Le respondió que el impacto ambiental ha sido mínimo, que el artístico ha ido creciendo y se va orientando hacia la creación de redes artísticas colaborativas que ya están en acción. Aunque no tenía ya tiempo para entrar en detalles del impacto social de sus intervenciones, un poco antes había quedado sugerido este por las fuentes de trabajo creadas en el sitio para personas que viven en el territorio y otras como la investigadora que Jessica Rodríguez y su padre.

 

Quintes (como ha de ser) – El huerto sonoro de la ENES en la UNAM de Morelia.

 

Francisco Colasanto hizo una introducción muy breve al tema del siguiente grupo que se ubicó completo o al menos muy nutrido para hacer la presentación. Con el dinero de la convocatoria que hizo el British Council se compraron e instalaron equipos en un bosque de la sede de la UNAM en Morelia. El grupo está coordinado por Francisco Lomelí y en él se integran estudiantes de las áreas de ciencias agroforestales y de silvicultura, historia del arte, arte y diseño y de música. Un conjunto interdisciplinar que, según resaltaron, ha hecho una labor de campos interdisciplinarios en campos que elles están indisciplinando.

 

El huerto sonoro agroecológico podrá visitarse más adelante cuando las personas interesadas lo deseen y, más pronto, este jueves 9 de marzo de 2023 desde las 15:30 cuando un autobús estará frente a la Casa de la Cultura para partir hacia el bosque, internarse en el huerto, participar de la escucha y aprehender algunas de las herramientas de escucha. Podrán transportar a 30 o 40 personas y les traerán de regreso.

 

Aquí destaco el uso consistente de expresiones como «les chiques» que empleó une de les miembres del grupo. Y no fue la única persona en emplearlas. Esto revela, en contraste muy positivo con otra presentación que mencioné antes, la preocupación activa tanto por hacer esta inmersión en el campo sonoro del bosque y crear el huerto de atención y escucha, como la preocupación de que hasta –o más bien desde– el empleo de un lenguaje no sexista, no discriminador estén abiertes a una percepción interesada en vincular acuciantes y graves problemas sociales que no pueden postergarse y por derribar barreras de exclusión.

 

Con aportes de las disciplinas de quienes participaron han levantado un diario de observaciones que da cuenta de los cambios diarios en el entorno acústico compenetrado con la presencia de formas de vida y actividades humanas y no humanas, dentro y fuera del bosque, en un conjunto interrelacionado e interdependiente.

 

De sus observaciones se desprende, además de la construcción de una yurta o cabaña en el bosque, un huerto para el cultivo de plantas aromáticas, un sitio de escucha y crearon una fonografía para la labranza que pone en interrelaciona preguntas con escuchas y respuestas. Destacaron que se trata de un proyecto colectivo, en colectivo, como colectividad. Le han dado atención a los procesos vitales del bosque y reconocen que hay otros seres que prestan atención a lo que sucede allí.

 

Están problematizando políticas y éticas del contacto. Francisco Lomelí anotó cómo las escuchas se desplazaron desde la identificación del objeto sonoro hacia la atención a otros cuerpos.

 

Se refirieron a un carnaval agrofestivo con centralidad en los procesos de la milpa (sistema mesoamericano de cultivo) y en identificar los sentires que llevan a la comunidad a sus haceres. Allí quedan relacionados los meses del calendario con las cosechas, lo que hacen y venden las señoras y lo que dijeron las señoras.

 

¿Qué hizo este grupo? ¿Una escucha profunda, reducida, inmersiva, o todas combinadas y quizás algunas más?  

 

Esta práctica la identifican como una infusión socioambiental, infusión que les hace parte del huerto. Se trata de pasar más allá de ampliar la sensibilidad para llegar a la integración. Las formas de brindar atención en colectivo realzan el valor para dialogarlas y encontrar un pensamiento en colectivo para seguir pensando y seguir haciendo.

 

Los equipos instalados en el bosque, que incluyen sensores, aportaran datos para elaborar a partir de ellos y así lo que se puede considerar como puramente técnico se vuelve una parte más de los gestos agroecológicos que detonen procesos de cuidados a partir de la escucha.

 

Para el huerto, una de las integrantes del grupo elaboró una pieza sonora que se podrá escuchar integrada al sitio.