Orquesta Filarmónica Infantil: La princesa y la arveja, ópera infantil de Luis Antonio Escobar

 

Festival ópera al parque 2018

 

La Orquesta Filarmónica de Bogotá presenta:


Orquesta Filarmónica Infantil / Coro Filarmónico Infantil

 

Director
Luis Guillermo Vicaría

Programa
La princesa y la arveja

Luis Antonio Escobar, Colombia

 

Notas al programa

En 2018 se conmemoran sesenta años del estreno de la ópera infantil La princesa y la arveja del compositor colombiano Luis Antonio Escobar. Está basada en un cuento del danés Hans Christian Andersen publicado en 1835. No fue un éxito entre sus contemporáneos porque no les ofreció una enseñanza moral clara, no presentaba un castigo ejemplar ni terminaba mal para algún protagonista perverso. Contrario a lo más habitual en su momento, las mujeres no aparecen como un relleno de la historia sino que son esenciales para ella. Es un cuento con final feliz acerca de un príncipe en busca de amor. El autor dijo haber escuchado el cuento en su infancia y cuando lo redactó, lo hizo como si fuera una transcripción directa y sencilla de una narración oral para el público infantil.

El compositor Luis Antonio Escobar, nacido en Villapinzón, Cundinamarca, siempre favoreció el acercamiento del público a la música y de la música a su público. Fue un importante pedagogo y comprendió que, tan importante como era la enseñanza, aprendizaje y práctica de la música, el placer del público ante las artes y el legado duradero que dejaban en la formación o en el disfrute de los espectáculos artísticos, se extendían a todos los aspectos de la vida.

La princesa y la arveja de Escobar es una obra de teatro musical o, si se quiere, una ópera, para público infantil. El argumento central gira en torno a la joven que dice ser una princesa, aunque por su aspecto no lo parezca. La madre del príncipe interviene para probar si es verdadera y no, como otras pretendientes, fingida y simuladora. Le dan refugio para la noche y le facilitan una cama con numerosos colchones apilados. Bajo todos ellos colocan una arveja que una plebeya sería incapaz de detectar pero que una princesa seguro sentiría. A la mañana le preguntan si descanso y ella confiesa que paso mala noche porque algo la molestaba. Con esto queda probado que ella era quien afirmaba y es entonces cuando el príncipe, necesitado de amor, la pretende y satisfacen juntos su destino.

El país de 1958, cuando se estrenó la obra, era obviamente muy distinto del actual. Hoy somos algo más de cincuenta millones de colombianos y Bogotá se acerca a los diez millones de habitantes. En 1955 la población de la capital era de setecientos cincuenta mil habitantes y en cuatro años aumentó un 100%. Hace sesenta años había pocos televisores en el país, la señal cubría un área reducida, no era a color y llevaba solo cuatro años de funcionamiento. El dictador General Gustavo Rojas le otorgó el voto a las mujeres con una reforma a la constitución en 1954. Pero como no había elecciones, debieron esperar cuatro años para comenzar a ejercerlo. En Bogotá circulaban buses eléctricos conectados a un cableado aéreo que se llamaban trolebuses, el salario mínimo mensual era de $115 y permaneció sin reajustes entre 1955 y 1958.

A esta ciudad había llegado en 1953 una brasileña, hija de emigrados judíos de Europa del este, casada con un abogado colombiano de izquierda. Sylvia Moscovitz era dentista, de muy baja estatura, cargaba a su espalda una silla plegable de dentistería o compartía los consultorios de sus colegas en las horas que ellos no atendían pacientes. Lo suyo era la música, que había estudiado en Brasil y perfeccionado en Francia. Tenía el impulso de hacer pedagogía musical en la práctica, involucrando al público infantil y juvenil. Así fue como llegó a la Radiodifusora nacional de Colombia, la precursora del sistema de medios públicos RTVC actual y desde allí pasó a la televisión. Condujo programas en los que enseñó a cantar a quienes montaban cuentos, obras de teatro y canciones y se convirtió en la más querida mujer de la televisión, la música, la enseñanza musical y el teatro con música. En cuestión de poco tiempo Sylvia Moscovitz y Luis Antonio Escobar comenzaron a colaborar pues compartían intereses profesionales. Ella cantó el papel de la madre del príncipe en el montaje de La princesa y la arveja de 1958.

Este es un homenaje a quienes produjeron la obra hace sesenta años, un reconocimiento a quienes contribuyeron a impulsar cambios cuando todo estaba en transformación en el país. Nos recuerda que hemos hecho un trayecto en este terreno artístico, invita a no olvidarlo y a crecer sobre sus pasos a sabiendas de que nuestras labores de hoy no caerán en el olvido. La princesa y la arveja de este momento cuenta con una producción totalmente nueva y actual en todos los aspectos del montaje, con apego a la obra que compuso Luis Antonio Escobar.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud de la Orquesta Filarmónica de Bogotá a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.filarmonicabogota.gov.co