Concierto 39 – OSN de Colombia, Carlos Izcaray y Boris Berezovsky

 

 

 

Primera edición del Festival Internacional de Música Clásica de Bogotá
Bogotá es Beethoven, 27 al 30 de marzo de 2013

 

11 escenarios en 8 localidades de la ciudad
56 conciertos, 420 artistas y 37.940 asistentes

 

Concierto No. 39

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo
Sábado 30 de abril de 2013, 15:30

 

Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia

Director: Carlos Izcaray

Solista: Boris Beresovsky, piano, Rusia

 

Obertura, Las Criaturas de Prometeo Op. 43 (1801)

 

Una costumbre establecida aún antes de que Beethoven comenzara a componer, sentó las bases para la estructura de un concierto sinfónico: comienza con una obertura, una pieza que puede ser compuesta para el evento particular o puede tomarse de una ópera o de otra música para la escena; sigue con un concierto para instrumento solista y orquesta, que puede ser una agrupación de proporciones moderadas; y concluye con una sinfonía que interpreta un grupo orquestal de tamaño considerable.

Beethoven escribió la obertura que se ejecuta en el presente concierto como pieza de inicio del ballet Las Criaturas de Prometeo. Esta es la única composición para un ballet completo de Beethoven y, como su nombre lo sugiere, sigue la historia del mito de Prometeo, según el libreto de Salvatore Viganó, en el cual Prometeo robó al dios Zeus el fuego sagrado para entregarlo a sus criaturas, los seres humanos. La obra completa contiene la obertura, una introducción y dieciséis piezas en dos actos.

 

Concierto para piano y orquesta n°1 en do mayor Opus 15 (1795)

I. Allegro con brio

II. Largo

III. Rondo – Allegro

 

Beethoven se trasladó desde Bonn, su ciudad natal, a Viena en 1792 para tomar lecciones de composición con Haydn. Dichas lecciones tuvieron lugar por casi dos años, sin que entre los dos compositores surgiera una buena relación personal. Mozart había muerto un año antes del viaje de Beethoven a Viena, y dejó escrito un gran número de conciertos para piano en los que Beethoven encontró modelos interesantes al momento de escribir los suyos.

Este fue el primer concierto para piano que publicó Beethoven y por eso lleva el número 1, pero es, en realidad, posterior al que se conoce con el número 2 opus 19, que Beethoven compuso utilizando bocetos que llegaron entre su equipaje desde Bonn. A lo largo de dieciséis años, Beethoven completó cinco conciertos para piano, en este género que había dominado Mozart con sus veintisiete conciertos. Sin embargo, esto no implica una escasez de producción. En manos de Beethoven, las dimensiones de las obras en este género son de una mayor ambición y alcance, sin importar que su legado no resulte, comparativamente, tan innovador como en el terreno de las sonatas para piano o para instrumento de arco y piano o, desde luego, para cuartetos de cuerdas.

El primer movimiento es un alegro rápido y enérgico en el que hay tres cadenzas que el solista interpreta entre breves intervenciones de la orquesta. Esta obra del período temprano de Beethoven, fue escrita antes de que los médicos le confirmaran que perdería totalmente el oído, mientras el compositor todavía se desempeñaba como solista en sus propias obras y aprovechaba el renombre conseguido como diestro pianista improvisador. En 1809 Beethoven la revisó en detalle y el aspecto improvisatorio de las cadenzas lo remplazó por tres intervenciones solistas de enorme brillo y contraste frente a la parte orquestal. El segundo movimiento es en tiempo más lento y recuerda la sonoridad de los himnos religiosos. El tercer movimiento vuelve a contener música de muy buen humor.

 

Sinfonía nº 8 en fa Mayor Opus 93 (1812)

I. Allegro vivace con brio

II. Allegretto scherzando

III. Tempo di menuetto

IV. Allegro vivace

 

La ejecución de esta sinfonía de Beethoven menos famosa, tarda aproximadamente lo mismo que la de su muy conocida Quinta, goza de menos atractivos que la Sexta con sus referencias a ideas extramusicales de la vida pastoril y no tiene la firme solidez de la Séptima. Sin embargo, desde la primera nota denota una vitalidad característicamente beethoveniana que atrapa de inmediato y sin descanso, hasta el final. La Octava es la sinfonía más reposada del compositor, que logró un impresionante balance entre forma y contenido mediante la claridad en la estructura formal. Contiene música de un sabor muy clásico, como correspondería a la tradición que le viene de Haydn y en especial de las últimas sinfonías de Mozart. A pesar de ello la obra no tiene un movimiento lento de carácter meditativo y concentrado, como era la costumbre, de hecho, el segundo movimiento es bastante más rápido de lo común y tiende al espíritu juguetón del scherzo. Además, en el tercer movimiento, donde Beethoven escribió un scherzo en todas las otras ocho sinfonías, con un aire más moderno, más juguetón, pero también con una estructura que le permitió mayores combinaciones musicales, en ésta puso un minueto, más elegante, menos dado a ser bromista y estructuralmente más concentrado. El cuarto y último movimiento ha sido considerado por renombrados directores de orquesta como uno de los más prodigiosos finales entre todas sus sinfonías, aún si la coda no presenta la espectacularidad con la que cerró la Quinta.

 

Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia

El origen de la Sinfónica se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se propuso la formación de una Sociedad Filarmónica en Bogotá. Una vez conformada, la Sinfónica fue dirigida por Gerd Rothstein y Olav Roots, entre otros, y tuvo como invitados destacados a Stravinsky y Hindemith.

En 2007 surgió una orquesta nueva con la intención de ser dinámica y flexible, promover tanto actividades didácticas como grupos de cámara y conciertos sinfónicos. Para esto la nueva orquesta incorporó instrumentistas de las nuevas generaciones formados dentro y fuera de Colombia.  Sin descuidar el repertorio clásico y romántico la Orquesta quiere estar al día con la música contemporánea. Entre 2007 – 2012 su director fue el suizo Baldur Brönnimann. La Orquesta se enriquece permanentemente con el trabajo de directores y solistas invitados.

La Sinfónica actúa en salas donde busca permancer en contacto con su público habitual, pero también se presenta en escenarios no convencionales para atender a los oyentes nuevos.

 

Carlos Izcaray, director (Venezuela)

Su padre, Felipe Izcaray, es director de coros y de orquesta. A los 3 años asistió a un jardín infantil musical. Comenzó con el violín en Valencia, Estado Carabobo, al comienzo de las actividades del movimiento del sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela. Cuando la familia se trasladó a Caracas, Carlos comezó a tocar chelo, su instrumento hasta hoy. La familia viajó a Estados Unidos para que el padre hiciera su doctorado en dirección orquestal; ya de regreso en Venezuela, Carlos fue alumno en la clase de su padre, con quien recibió las primeras lecciones formales de dirección. Una vez se graduó de la Universidad de Indiana, ganó el puesto de primer chelo de la Sinfónica de Venezuela, que ocupó durante 4 años. El maestro José Antonio Abreu le abrió un espacio en el Sistema de Orquestas de Venezuela, en el que colaboró durante 2 años en distintos núcleos y con orquestas regionales. En 2008 asistió al Festival de Aspen en el que obtuvo el premio, recién creado, al mejor director. Fue finalista en el concurso Toscanini y recibió el premio que otorga la orquesta.

 

Boris Berezovsky, piano (Rusia)

Estudió en el Conservatorio de Moscú con Elisó Virsaladze y tomó lecciones privadas con Aleksandr Sats. Debutó en el Wigmore Hall de Londres en 1988 y en 2000 ganó la Medalla de Oro en el Concurso Internacional Chaicovsqui en Moscú.

Berezovski trabaja como solista con orquestas como la del Concertgebouw, la de Filadelfia, la de la Monnaie, las Filarmónicas de Nueva York, de Rotterdam y la Nueva de Japón y con las orquestas sinfónicas de la Radio Danesa, de la Radio del Norte de Alemania, la de la Radio de Hesse y la de Birmingham. Ha tocado bajo con la dirección de Kurt Masur, Wolfgang Sawallisch, Vladimir Ashkenazi, Mijail Pletnev y Antonio Pappano, entre otros.

Fue solista en mayo de 2005 en el Teatro de los Campos Elíseos de París, donde también tocó con la Orquesta Nacional de Francia en enero de 2006. Berezovski ha trabajado con el violinista Vadim Repin y con colegas que incluyen a Julian Rachlin, Michael Collins, Rafael Kirshbaum, Boris Pergamenshchikov, Dmitri Majtin y Aleksandr Kniazev.

Las grabaciones de Boris Berezovski de los conciertos de Beethoven con la Orquesta de la Cámara Sueca dirigida por Thomas Dausgaard, han sido recibidas con buenas críticas. También ha grabado para Teldec obras de Chopin, Schumann, Rachmaninov, Musorgski, Balakirev, Medtner, Ravel y la totalidad de los Estudios de Ejecución Trascendental de Liszt. Además, Berezovski es el ganador del Preis der Deutschen Schallplattenkritik y del BBC Music Magazine Awards de 2006.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org