OFB, Benjamin Levy y Mi Zhou: obras de Haydn y Beethoven

 

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá

Director: Benjamin Levy, Francia

Solista: Mi Zhou, chelo, China

 

Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Viernes 21 de junio de 2019, 18:00

 

Auditorio León de Greiff

Sábado 22 de junio de 2019, 16:00

 

Ludwig van Beethoven (Alemania, 1770 – Austria, 1827)

Obertura Coriolano, Op. 62 (1807)

 

Joseph Haydn (Austria, 1732 – 1809)

Concierto para chelo en do mayor, Hob VIIb/1 (1761-65)

I. Moderato

II. Adagio

III. Allegro molto

 

Ludwig van Beethoven

Sinfonía No. 7 en la mayor mayor, Op. 92 (1811-12)

I. Poco sostenuto – Vivace (A major)

II. Allegretto (A minor)

III. Presto, Assai meno presto (F major)

IV. Allegro con brio

 

La obertura Coriolano se basa en la obra teatral de Heinrich Joseph von Collin, menor que Beethoven por apenas unos meses. El compositor y el dramaturgo fueron amigos en Viena donde Collin tuvo figuración en la administración imperial, especialmente mientras Napoleón asediaba a Austria. Como dramaturgo fue muy cercano al movimiento romántico y al interés historicista de esa tendencia. Al parecer, Beethoven sólo compuso la obertura y ninguna música más para el drama y se dice que se basó en la primera parte de la obra. También se sugiere que la música refleja la aproximación de Collin al personaje histórico del general romano Coriolano en su conflicto íntimo más que en su aspecto público como general expatriado que enfrentó a su Roma o incluso que estaría asociada a la expresión de la interioridad de Beethoven. A la potencia de la orquesta que arranca con todos los instrumentos en acción le contrasta el final en una apagada pulsión de cuerdas muy propia de los choques emocionales que caracterizan al compositor.

 

El primer concierto para chelo de Haydn apareció en 1961 y desde entonces, inicialmente por las interpretaciones de Rostropovich y más aún por Du Pré, se convirtió en un favorito. Haydn había entrado al servicio de la poderosa familia Eszterházy en 1761 y en 1766 asumió la dirección de la música en la corte de sus empleadores. También en 1761 ingresó el chelista Joseph Weigl con quien el compositor entabló amistad e incluso llegó a apadrinar a uno de sus hijos y de servir de referente para otro. El concierto contempla una orquesta de proporciones muy reducidas como quiera que Haydn tenía a su disposición una agrupación de doce integrantes entre quienes estaban cuatro violines, viola, chelo, contrabajo, fagot, dos cornos y dos oboes. El chelo solista en este concierto se suma a la orquesta para reforzar las voces graves y tiene amplias oportunidades para hacer despliegue de sus destrezas interpretativas para las que Haydn escribió pasajes de increíble dificultad que necesitan de un sonido bello y lírico del que sobresale el tercer movimiento.

 

Una declaración de que la Séptima de Beethoven es la favorita de alguien podría hacer levantar los pelos a muchas personas que estiman, y con sobradas razones, que la Quinta está por encima. Habría que recordar que fue Beethoven quien consideró a la Séptima como un mayor logro. El entrecruce de fechas de composición refuerza la opinión de los estudiosos de que no hay razones para establecer una escala de ascenso evolutivo en las sinfonías. La Tercera es de 1806, luego comenzó a componer la Quinta pero antes de concluirla escribió la Cuarta en 1806; para 1808 acabó la Quinta; desde 1807 avanzaba la Sexta, que terminó también en 1808, y es una obra que se proyectó hacia el romanticismo para dar fundamento a la música programática, como las sinfonías, oberturas y poemas sinfónicos desde Mendelssohn, pasando por Liszt y Mahler hasta Richard Strauss. Ya no volvió a componer una sinfonía así y transcurrieron tres años antes de que comenzara la Séptima en la rica y compleja tonalidad de la mayor que el compositor y comentarista musical Schubart, muerto casi al tiempo que Mozart, consideró como apropiada, entre otras cosas, para expresar una alegría juvenil y confianza en la divinidad. Son escasas las sinfonías compuestas en esta tonalidad en torno a Beethoven como la No. 29 de Mozart, la Italiana de Mendelssohn y la No. 6 de Bruckner. Beethoven todavía compuso la Octava antes del estreno de la No. 7 para una ocasión memorable: los ejércitos que comandaba Napoleón mantenían su fortaleza aún en la retirada y buscaban asegurar la ciudad de Frankfurt. Para impedirlo las tropas aliadas de Baviera y Austria lo enfrentaron en Hanau con la pérdida de nueve mil efectivos entre muertos y heridos, sin anotarse un éxito militar. El 8 de diciembre de 1813 Beethoven ofreció un concierto conmemorativo que contó con La victoria de Wellington para celebrar el triunfo británico sobre Napoleón y la Séptima para honrar a los caídos en Hanau. Para saludar el fin de la amenaza francesa contó con los mejores músicos del Imperio entre los integrantes de la orquesta dirigida por el compositor, satisfecho ante la reacción del público que le exigió, como era habitual entonces, que repitiera el segundo movimiento de la Séptima, allegretto, entre aplausos. Comienza con una introducción de la que extrae elementos de ritmo, pulso y energía a lo largo de la obra, los timbales son atronadores en el pulso de énfasis del ritmo y destaca el empleo de las maderas en los vientos. De comienzo a fin la Séptima se siente compacta, uniforme en su variedad y atada por una emotividad intensa.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud de la Orquesta Filarmónica de Bogotá a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.filarmonicabogota.gov.co