OFB, Stefan Vladar y Aníbal Dos Santos: obras de Liszt, Rozsa y Brahms

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá

 

Director: Stefan Vladar, Austria

Solista: Aníbal Dos Santos, viola, Venezuela

 

Viernes 24 y sábado 25 de noviembre de 2017, Auditorio León de Greiff

 

 

Programa

 

Franz Liszt (Austria, 1811 – Alemania, 1886)
Rapsodia Húngara No. 2, S.244/2 (1847, 1857-60)

 

Miklos Rozsa (Hungría, 1907 – Estados Unidos, 1995)
Concierto para viola, Op. 37 (1980-84)
1. Moderato assai
2. Allegro giocoso
3. Adagio
4. Allegro con spirito

 

Intermedio

 

Johannes Brahms (Alemania, 1833 – Austria, 1897)
Sinfonía No. 2 en re mayor, Op. 73 (1877)
I. Allegro non troppo
II. Adagio non troppo
III. Allegretto grazioso (quasi andantino)
IV. Allegro con spirito

 

 

Notas al programa

 

El actual territorio de Hungría estuvo contenido dentro de las fronteras del imperio austriaco y alcanzó tal importancia política y económica que, hacia la época de la disolución imperial, el Estado se denominó Imperio Austro-Húngaro, aún si en su interior se alojaban numerosas otras nacionalidades incluidas bosnia, rumana, checa, judía y rrom o gitanos, entre otras. El Imperio recurrió al reclutamiento en sus provincias para mantener al ejército en el cambiante mapa europeo. En el siglo XIX las bandas, que acompañaban a los reclutadores entre los húngaros, tocaban una música genéricamente conocida como danza de reclutamiento, de Werbung en alemán y que en húngaro se llamó verbunkos. Allí se originó la danza en parejas llamada csárdás (pronunciado aproximadamente como shárdash), nombre proveniente del vocablo húngaro para taberna. Entre la csárdas más difundida se encuentra una con una estructura doble que en su primera parte es lenta y un poco sombría (lassu, lento en húngaro) y en la segunda es rápida, alegre y frenética (friss o fresco en húngaro). Fueron los músicos rrom los mayoritariamente encargados de difundir la csárdás de estilo popular y bailable. En el siglo XIX, músicos de tradición académica, como Liszt, se fijaron en bailes y canciones populares para expresarlos en otro medio musical y cultural. Liszt compuso numerosas Rapsodias húngaras y de ellas, la presente, basada en los tiempos de la csárdás. Originalmente para piano solo, alcanzó inmediata popularidad y fue orquestada por Liszt y su alumno, Franz Doppler, flautista a quien el maestro le encargó el ejercicio de orquestar algunas de sus rapsodias. Revisada la tarea por Liszt, el producto es la orquestación que resulta tan conocida.

 

El compositor húngaro Miklos Rozsa se formó en Alemania y sus primeras composiciones importantes se escucharon en París y Londres cuando rondaba los veinte años. Desde muy temprana edad comenzó a componer y cuentan que supo leer música antes que textos. Sus primeros instrumentos fueron piano y violín y, más adelante, agregó la viola. Sus composiciones se encaminaban a la sala de conciertos y esta parte de su vida creativa se desempeñó hasta dejar un catálogo consistente aunque poco voluminoso. La mayor parte de sus composiciones son para cine. Que Rozsa quisiera explorar esta opción profesional la atribuyen algunos a un comentario de su amigo, el compositor Arthur Honegger, quien parece haber sostenido que la seguridad de sus ingresos descansaba sobre la composición para películas. Se trasladó a los Estados Unidos y compuso o dirigió para numerosas cintas. Obtuvo tres premios Óscar y varias nominaciones. Sin embargo, Rozsa mantuvo clara la diferencia entre sus obras de propósito incidental al medio cinematográfico y las que destinaba a la sala de conciertos. Entre estas se destacan los conciertos para violín, quizás su obra más difundida, así como el presente concierto para viola, la última de sus composiciones para el medio sinfónico que llevó a término. Poco después de acabada la obra, Rozsa sufrió un accidente cerebro-vascular que no le permitió volver a acometer piezas grandes y lo forzó a un largo retiro. Este concierto se estrenó en 1984 con el violinista/violista Pinkhas Zuckerman como solista y la Orquesta de Pittsburg dirigida por André Previn. Está dividido en cuatro movimientos, en cambio de los tres que son habituales, para balancear el extenso primero, de carácter sombrío y con una cadenza en solitario con el arco haciendo abundantes dobles cuerdas. El segundo movimiento contrasta por su alegría graciosa como si fuera un scherzo. El tercero es calmado y reflexivo como corresponde con un adagio y el último cierra la pieza con energía y vitalidad.

 

Muchas de las obras de Brahms están marcadas por el aire exótico de un vago folclorismo húngaro y no sobra recordar que Brahms no era húngaro si no un sobresaliente compositor alemán, amigo de Robert Schumann y de su esposa la compositora y pianista Clara Wieck. Su traslado a Viena fue una peregrinación hacia el más importante centro musical de esa parte de Europa. Muy pocos años después, las alusiones húngaras en la música de compositor, dejarían atrás la manera en que Liszt las empleó por el trabajo de campo que emprendieron compositores como Bartók y Kodaly quienes recogieron, transcribieron y grabaron canciones y danzas del repertorio anónimo popular. En la base de datos de la OFB, aparece la Segunda de Brahms estrenada por esta Orquesta en 1983, bajo la batuta de Dmitar Manolov como parte del ciclo de sinfonías del compositor que abarrotó este mismo escenario. Esto ayudó a consolidar a la Filarmónica como una institución querida en la Universidad Nacional, apreciada por el público universitario y amable para el público de la ciudad. La Segunda, pues, se incorporó al repertorio de la OFB ciento seis años después de su composición y cuando la Orquesta, que este año celebra cincuenta años de creada, llevaba apenas dieciséis años de funcionamiento.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud de la Orquesta Filarmónica de Bogotá a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.filarmonicabogota.gov.co