OS del Estado de México, Enrique Bátiz y Dalia Kuznecovaite: obras de Brahms, Ponce y Shostakovich

 

 

Orquesta Sinfónica del Estado de México, México

Director: Enrique Bátiz, México

Solista: Dalia Kuznecovaite, violín, Lituania

 

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Jueves 23 de junio de 2017, 20:00

 

Johannes Brahms (Alemania, 1833 – Austria, 1897)

Obertura del Festival académico, Op. 80 (1880)

 

Manuel María Ponce (México 1882-1948)

Concierto para violín (1943)

I. Allegro non troppo

II. Andante espressivo

III. Vivo giocoso

 

Dmitri Shostakovich (Rusia, 1906-1975)

Sinfonía No. 5 en re menor, Op. 47 (1937)

I. Moderato-Allegro non troppo

II. Allegretto

III. Largo

IV. Allegro non troppo

 

Cuando la Universidad de Breslavia quiso distinguir a Brahms con el otorgamiento de un doctorado honorario, el compositor aceptó el homenaje aunque debió igualmente aceptar la imposición, a través de una sugerencia imposible de rechazar, de componer una obra de proporciones respetables para el evento. Brahms cumplió con el encargo en varias formas: escribió una pieza para orquesta de unos diez minutos de duración, empleó una orquesta de tamaño más que mediano con una instrumentación generosa y aprovechó para ser irónico frente al rígido formalismo académico. La obra fue bien acogida por la mayoría del público, aun si hubo quienes lamentaron los excesos de humor del compositor. En la obertura, Brahms citó canciones asociadas a las borracheras universitarias y remató con la melodía del himno acostumbrado en las ceremonias de grado. Todo esto en un ambiente de alegría, magníficamente orquestado y con puntos de unión discretos entre las citas.

La última obra de envergadura que compuso Manuel María Ponce fue su concierto para violín. La obra y el director Enrique Bátiz son contemporáneos, pues ambos nacieron en mayo de 1942. Los estudiosos coinciden en que el estímulo para la composición del concierto de violín provino de la calurosa recepción que el público le brindó a su Concierto del sur que escribió para el guitarrista Andrés Segovia, con quien Ponce estuvo de gira presentando la pieza. Esto le dio ánimos para trabajar con el virtuoso violinista polaco Henryk Szeryng, residenciado por entonces en México. La orquestación le tomó a Ponce hasta 1943 y el estreno ocurrió el 20 de agosto en un concierto de la Orquesta Sinfónica de México que dirigió el compositor Carlos Chávez con Szeryng como solista. La recepción no fue buena. El público esperaba seguir escuchando al Ponce de treinta años atrás, como si el tiempo transcurrido desde el estreno de su concierto para piano no hubiera significado nada para el compositor y, sin dudarlo, para la música. En defensa de esta obra y de si, declaró que seguía siendo un romántico, sólo que no era el de hacía tres decenios. En este concierto están representados el romanticismo que subsistía en composiciones neorománticas como las de Richard Strauss y Rachmaninov; tiene aspectos neoclásicos como los que marcaban parte de las obras de Shostakovich y Prokofiev; y está presente el mexicanismo de Ponce en la cita de su famosa pieza Estrellita que se puede reconocer en el segundo movimiento. La obra, no obstante, está lejos de ser una acumulación de elementos dispares. Su unidad está bien lograda.

Una apreciación de la producción de Shostakovich requiere del llamado a comprender las circunstancias de la sociedad en la que el compositor la creó. Stalin había logrado cancelar la apertura artística de los años 1920 al rodearse de obedientes seguidores suyos que imponían temor e incertidumbre sobre los artistas. Shostakovich no escapó a estas presiones como cuando su ópera Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, que había sido bien recibida, fue prematuramente cancelada por orden oficial bajo acusaciones de no ser fiel a las necesidades del proletariado. En algunos aspectos, la Quinta, es una respuesta a estas presiones, agravadas por las purgas de 1937 en las que perdieron la vida o desaparecieron artistas de carácter independiente o crítico. En lo formal, la Quinta es más conformista en cuanto al tamaño de la orquesta, el tipo de orquestación, la duración y su estructura de tipo neoclásico en cuatro movimientos. Pero el sello característico de Shostakovich en su habilidad para conmover con la creación y acumulación de tensión seguido de una explosiva relajación, le da a esta obra un tinte de autenticidad que el público de su momento, como el de ahora, sigue disfrutando.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org