Yuja Wang: obras para piano de Rachmaninov, Chopin y Prokofiev

 

 

Yuja Wang, piano, China

 

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Jueves 27 de septiembre de 2018, 20:00

 

 

Sergei Rachmaninoff (Rusia, 187, Estados Unidos 1943)

Preludio en sol menor Op. 23, no. 5, alla marcia (1901-03)

Romanza en do sostenido menor Op. 34, No. 14, Vocalise (1912) (arr Zoltan Kocsis)

Estudio-retrato en mi bemol menor Op 39., No. 5, appassionato (1916-17)

 

Frédéric Chopin (Polonia, 1810 – Francia, 1849)

Sonata No. 3 en si menor, Op. 58 (1844)

I. Allegro maestoso

II. Scherzo. Molto vivace

III. Largo

IV. Finale. Presto non tanto; Agitato

 

Sergei Prokofiev (Rusia, 1891 – 1953)

Sonata No. 6 en la mayor, Op. 82 (1939-40)

I. Allegro moderato

II. Allegretto

III. Tempo di valzer, lentissimo

IV. Vivace

 

Los compositores en el presente programa pasaron sus vidas, con diferencia de un siglo entre ellos, en circunstancias de tremenda agitación social. La Polonia donde nació Chopin era un territorio partido entre Prusia, Austria y Rusia. En 1830 Chopin rondaba los diecinueve años cuando un fracasado levantamiento nacional polaco contra la presencia rusa fue seguido de una represión feroz. El compositor se instaló en Francia desde 1830 hasta su muerte en 1849 y allí se encontró con una comunidad de refugiados polacos y, entre ellos, muchos de los más destacados intelectuales de su país. Chopin parecía una encarnación byroniana del artista contra las adversidades impuestas por el tirano, luchando por su nación con las magras herramientas del compositor y librando su propia batalla individual para producir obras de arte. Si bien se lo considera como uno de los máximos exponentes del romanticismo en su instrumento, no es menos verdadero que precisamente mediante los recursos propios del romanticismo modificó el camino que venía de Beethoven y Haydn, cuando echó mano de sus admirados Mendelssohn, Mozart y Bach. La presente sonata no da muestras del nacionalismo musical con el que se identifica a Chopin y evidencia su capacidad por componer empleando estructuras musicales grandes que aborda con libertad y carácter.

 

Las vidas de Rachmaninov y Prokofiev transcurrieron en las agitaciones sociales de Rusia desde la decadencia del zarismo, pasando por la revolución de 1905, la Gran guerra de 1914 a 1918, la revolución de 1917 y la toma del poder por los bolcheviques. Rachmaninoff abandonó Russia en ese momento y tras vicisitudes personales y familiares, terminó ubicándose en los Estados Unidos hasta su muerte. Desde entonces su producción se redujo a muy pocas obras y se dedicó a ganar sus ingresos en una carrera de intérprete de piano que lo hizo legendario. Como compositor, continuó la tradición romántica que persistió en Rusia cuando el resto del mundo la consideraba como un asunto del pasado. Quizás por eso sus composiciones son como un destilado que combina lo más emotivo con las mayores exigencias técnicas y la máxima demanda de expresividad para los intérpretes. En Rusia, tras la revolución, siguió la guerra civil, la fundación del Estado de los Soviets basado en la dictadura del proletariado y el partido único, el terror que desató Stalin tras las purgas de 1937, el pacto entre Stalin y los Nazis seguido de la Gran Guerra Patriótica contra el fascismo, la invasión de los Nazis, el asedio de Stalingrado y las víctimas por millones. Terminada la Segunda guerra, en 1948 se endurecieron las políticas de Estado para que las artes estuvieran alineadas al servicio de la revolución.

 

A su retorno a la Unión Soviética, tras años de vagabundeo tratando de encontrar su lugar a la par de compositores rusos expatriados, Prokofiev compuso un caudal de obra alejada del vanguardismo y del romanticismo. Apeló a los moldes del clasicismo vienés para varias de sus obras y pudo satisfacer, hasta cierto punto, el aberrante conservadurismo del aparato cultural soviético. Allí se enmarcan sus sonatas llamadas de guerra, las número 6, 7 y 8. La Sexta fue recibida como una contribución del compositor a la lucha contra el fascismo. Pero, luego del final de la guerra la obra fue purgada del repertorio porque no se consideró que contribuyera a la revolución. Sanciones como estas llevaron a Prokofiev a la disminución de su producción musical y posiblemente contribuyeron a agravar sus problemas de tensión arterial que culminaron en su muerte por una hemorragia cerebral no comprobada, a los sesenta y dos años.

 

En ese ambiente de tensión interna, acentuada por la guerra contra los Nazis, compuso Prokofiev la presente sonata. El primer movimiento presenta una inestabilidad armónica entre tonalidad mayor y menor que produce una extraña sensación de desajuste realzada por numerosas disonancias. El segundo movimiento es un scherzo bastante ligero y el tercero es un vals. Estos dos movimientos actúan como contrapeso a los movimientos externos que tienen una carga emocional perturbadora, marcada por una digitación percusiva, al punto de que la partitura señala que algunos acordes deben tocarse con el puño cerrado sobre el teclado. El cuarto movimiento contrasta por su velocidad, potencia y cantidad de notas, y está dispuesto en forma de rondó con su característico motivo inicial recurrente.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org