OFB, Joachim Gustaffson y Ann-Christine Larsson: obras de Ordóñez, R. Strauss y Mozart

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá

 

Director: Joachim Gustaffson, Suecia

Solista: Ann-Christine Larsson, soprano, Suecia

 

Viernes 20 y sábado 21 de mayo de 2017, Auditorio León de Greiff

 

 

Programa

 

Wolfgang Ordoñez (Bogotá, 1986)

Xoropo (2014)

I. Dócil

II. Bravío

 

Richard Strauss (Alemania, 1864-1949)

Cuatro últimas canciones, op post (1948-49, estreno 1950)

I. Frühling (Primavera de Hermann Hesse)

II. September (Septiembre, Hesse)

III. Beim Schlafengehen (Yendo a dormir, Hesse)

IV. Im Abendrot (Al atardecer de Joseph von Eichendorff)

 

Wolfgang Amadeus Mozart (Alemania, 1756 – Austria, 1791)

Sinfonía no. 40 en sol menor, K 550 (1788)

I. Molto Allegro

II. Andante

III. Menuetto

IV. Allegro assai

 

 

Notas al programa

 

¿Será una coincidencia que a más de dos siglos de distancia haya dos compositores de nombre Wolfgang en el mismo programa? Mientras que en Mozart fue incuestionable su destino musical por razones familiares y socioeconómicas, en Ordóñez parece un hecho fortuito. Cuando estudiaba con Batuta en Villavicencio, la prensa publicó una declaración suya en la que afirmaba que siempre mantendría su afición por la música, pero que su futuro estaba en las matemáticas. Al parecer, su futuro estaba en la música. Strauss, el hijo de un destacado cornista, también tenía marcada su vida por la música.

 

Ordóñez tocó la trompeta en bandas y orquestas desde 1997. Esto le dio una práctica de primera mano para saber lo que funciona y lo que no, al momento de interpretar una pieza. Luego de pasar por la formación y práctica con Batuta, vino a Bogotá donde estudió composición en la Universidad Javeriana. El presente trabajo es una obra compuesta dentro de sus estudios universitarios y además de la partitura orquestal, la acompaña un juicioso análisis proveniente del compositor en el que detalla el aspecto central de la obra, concebida en torno a lo que algunos técnicos denominan como idea básica. De allí se desprende casi todo el material armónico, rítmico y melódico. En este caso se trata de un tipo de joropo llanero que se llama quitapesares. Es un golpe atribuido al compositor venezolano Carlos Bonnet, posiblemente en la primera mitad del siglo XX. Este quitapesares quiere representar, en el comienzo y en la sección lenta de la obra, tanto la extensión abierta del llano, como los problemas que soporta la región y que, como dice Ordóñez, han hecho que los cantos de vaquería estén desapareciendo. La melodía está basada en los cantos de trabajo, aspecto que junto con la historia y los entornos de la práctica musical llanera fueron investigados por el compositor en viajes al llano con el fin de conocerlos de primera mano mientras escribía la obra. De allí resultó esa curiosa versión del joropo con equis inicial que titula la obra y la noción de que así se llamaba al lugar de trabajo de las vaquerías, sitio que se aprovechaba para el festejo cuando había celebraciones con música. De esto se derivaría el nombre joropo, según averiguó el compositor.

 

El poeta alemán Heirich Heine (1797-1856) nació en una familia judía y cuando era adulto se convirtió al protestantismo para buscar superar el obstáculo de la discriminación, que nunca consiguió evadir. En 1821, Heine escribió su obra teatral Almansor en la que se refiere a la Inquisición española que quemaba ejemplares del Corán para erradicar de musulmanes a España. Allí formula la tenebrosa advertencia de que «así pues, allí donde se queman libros, ellos terminarán quemando a las personas, también». Así de ejemplificante fue la quema de libros de Heine en Berlín en 1933 y, poco después, los nazis comenzaron a incinerar judíos, gitanos, comunistas, homosexuales y personas de todas las edades con problemas emocionales. En esos años, Strauss, el compositor alemán más famoso en el mundo, se esforzó por sobrevivir durante el régimen nazi. Su libretista, el escritor judío Stefan Zweig recibió alguna ayuda y protección de Strauss, pero al final terminó acorralado y se suicidó. Strauss soportó el nazismo sin afiliarse al partido y con mínimas aproximaciones a sus altos jerarcas. Su producción musical durante la guerra fue escasa y al terminar la contienda, durante los procesos de desnazificación que adelantaron los aliados, fue declarado libre de culpa. En su avanzada vejez volvió a componer y allí acudió a un poema de Eichendorff y a tres de Hesse, el autor de la novela El lobo estepario. Suyas son las siguientes palabras que hacen referencia a una traicionada esperanza, al final de la Primera Guerra: «Que el amor es más grande que el odio, el entendimiento mayor que la ira, la paz más noble que la guerra, eso exactamente es lo que esta no santa Guerra Mundial debería grabar en nuestra memoria, más aún que lo que nunca antes sentimos». Estas son las canciones de despedida en un mundo que se enfrentaba a la valoración de los horrores que cometieron su época y sus individuos.

 

El delicioso postre de este banquete es la mal numerada Sinfonía 40 de Mozart. Resulta correcto, desde cierto aspecto histórico, cerrar con esta obra pues en tiempos de Strauss era habitual que los conciertos incluyeran canciones sinfónicas, a cambio de, o junto con, un concierto para instrumento solista. En los últimos treinta años, los estudiosos de la obra y de la biografía de Mozart han reorientado lo que solía decirse del momento en que el compositor escribió esta Sinfonía. Ahora se sugiere que Mozart estaba entrando en una nueva etapa de productividad, sus sinfonías eran mucho más potentes, su orquesta, más grande, sus recursos, aunque clásicos, apuntaban hacia el romanticismo. Estaba maduro para transformar su música porque se estaba reinventando a partir de sus propios antecedentes. Poseía una comprensión muy fina del cambio en el gusto musical y en las condiciones de una Europa en revolución. Su vida, sin embargo, se extinguió en 1791, cuando apenas comenzaba a darle la vuelta a todo.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud de la Orquesta Filarmónica de Bogotá a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.filarmonicabogota.gov.co