OFB y Henrik Schaefer: oberturas de ópera de Rossini, Wagner, Verdi, Bernstein y Offenbach, entre otros

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá

 

Director: Henrik Schaefer, Alemania

 

Viernes 13 de octubre de 2017, Auditorio Mario Laserna
Sábado 14 de octubre de 2017, Auditorio León de Greiff

 

 

Programa

 

Richard Wagner (Alemania, 1813 – Italia, 1883)
Obertura de El Holandés Errante (1840-41) 10’30”

Giuseppe Verdi (Italia, 1813-1901)
Obertura de Aida (1870-71) 4’30”

Giacomo Puccini (Italia, 1858 – Bélgica, 1924)
Intermezzo de Madama Butterfly (1903-04) 8’

Gioachino Rossini (Italia, 1792 – Francia, 1868)
Obertura de Guillermo Tell (1824-29) 11’

Jacques Offenbach (Alemania, 1819 – Francia, 1880)
Obertura de Orfeo en los infiernos (1858, rev 1874) 9’30”

 

Intermedio

 

Leonard Bernstein (Estados Unidos, 1918-1990)
Obertura de Candide (1956)  4’10”

Gerónimo Giménez (España, 1854-1926)
La Boda de Luis Alonso, Preludio (1897) 3’10”

Georges Bizet (Francia, 1838-1875)
Carmen (1873-74) Suite No. 1 (arr Ernest Guiraud (1837-92), 1882?)
I. Preludio,
III. Intermezzo,
VI. Les Toreadors 7’30”

Ruperto Chapí (España, 1851-1909)
La Revoltosa, Preludio (1897) 5’
El Tambor de Granaderos, Preludio (1894) 5’20”

Leonard Bernstein
Candide, Introducción a El Dorado 1’20

Federico Chueca (España, 1846-1904)
El Bateo, Preludio (1901) 3’20”

 

 

Notas al programa

 

La ópera, a pesar de ser es un género tan amplio y diverso, es apenas una de las varias maneras de presentar el teatro musical, el drama en música o la música para ser cantada y actuada. Desde sus modestos orígenes en la edad media hasta después de la muerte de Mozart cuando se depuraron muchos elementos y se estableció una relación estrecha y sólida con la literatura, la ópera se convirtió en el gran espectáculo de diversión que ganó fama y prestigio. A esto contribuyó la construcción de grandes teatros destinados específicamente para el género con maravillosas ubicaciones en lugares claves dentro de la concepción urbanística, teatros que pasaron de la iluminación por velas y la de gas hasta la eléctrica. El público se amplió con la economía que permitió a un número mayor de personas tener ingresos disponibles para sufragar los gastos de diversión fuera del horario productivo. Los teatros de ópera fueron entonces un espacio tan importante para el intercambio social que las escalinatas de entrada, los salones de reunión anteriores a la entrada de butacas, las escaleras con pasamos decorados y dispuestos como una gran escenografía, las lámparas gigantes que multiplicaban la luz en sus vidrios en forma de lágrima, en ocasiones ocuparon más espacio que el destinado a que el público se sentara a disfrutar del espectáculo. Se entiende así que sólo una parte de la ópera ocurría en la ópera. Toda la otra interacción social antecedía a la obra, se dejaba en reposo hasta los entreactos y resurgía tras el cierre del telón. Con tantas cosas sucediendo al tiempo, la obertura en las óperas sirve la función de llamado de atención, de aviso de que el espectáculo está por iniciarse, de fragmento para permitir la concentración en lo que viene. De ahí que muchas oberturas estén pensadas para que la orquesta las ejecute siguiendo un ritual sencillo y llamativo: la orquesta se acomoda en el foso que antecede al escenario; los músicos entran poco a poco, arman un ruido considerable mientras afinan o practican pasajes en solo o calientan; la orquesta afina según la nota que le propone el oboe y luego el primer violín; sale el director, se ubica frente a la orquesta, al centro y se gana el aplauso del público; arranca la obertura y sucede con frecuencia que se ejecute con el telón abajo. La obertura es relativamente breve, puede tener melodías que se asocian con personajes o situaciones del drama que está por desarrollarse o incluso podrá ser una especie de mosaico de los temas más sobresalientes, o podrá conducir hacia el estado de ánimo con el que se inicia la acción escénica. La pieza de apertura puede concluir y dejar una pausa para dar paso a la subida del telón. Puede acabar con un ritmo más enérgico o más rápido que el del comienzo y hacer sólo una transición, sin detenerse, para conectar de inmediato con la escena que se cantará enseguida. Es frecuente que se llame preludio a la obertura que termina y hace pausa, especialmente si su forma no sigue la estructura de la sonata o no se parece, aunque simplificada, al primer movimiento de una sinfonía o presenta pasajes modulatorios brevísimos que son apenas puentes que conectan una melodía con otra sin estructurar conexiones dramáticas entre los pasajes. Las oberturas o preludios, así como los intermezzos instrumentales o las danzas que se intercalan en estas representaciones son llamativos y pueden sostenerse solos, sin hacer parte del espectáculo al que se encuentran asociados, de modo que escucharlos sea un placer breve, concentrado y animoso, que entretenga y ponga en claro las destrezas compositivas de su autor. En este programa hay oberturas de ópera junto a preludios de zarzuelas. Estas últimas pertenecen al que se denomina como género chico.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud de la Orquesta Filarmónica de Bogotá a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.filarmonicabogota.gov.co