OFB, Sylvain Gasançon y Gwyneth Wentink: obras de Wagner, Handel, Debussy, Sibelius y R.Strauss

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá, Colombia

Director: Sylvain Gasançon, Francia

Solista: Gwyneth Wentink, arpa, Holanda

 

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Viernes 22 de abril de 2016, 20:00

 

 

Richard Wagner (Reino de Sajonia, Alemania, 1813 – Italia, 1883) 

Preludio de la ópera Lohengrin (1846 – 48)

 

George Frideric Handel (Ducado de Magdeburgo, Alemania, 1685 – Inglaterra, 1759)

Concierto para arpa, cuerdas y bajo continuo en si bemol mayor, Op. 4 No. 6, HWV 294 (1736)

I. Andante allegro

II. Larghetto

III. Allegro moderato

 

Claude Debussy (Francia, 1862 – 1918)

Danza sacra y danza profana, CD 103, L.113 (1904)

 

Jean Sibelius (Finlandia, 1865 – 1957)

Poema sinfónico Una saga, Op. 9 (1892)

 

Richard Strauss (Alemania, 1864 – 1949)

Poema sinfónico Muerte y transfiguración, Op. 24 (1888 – 89)

I. Largo. (Enfermedad y cercanía de la muerte)

II. Allegro molto agitato (Dura batalla entre vida y muerte)

III. Meno mosso (Pasan escenas de la vida del moribundo)

IV. Moderato (Añorada transfiguración)

 

Parecería que al respaldo de las obras en este programa hubiera una trama extramusical. Podría tratarse de la idea de una fuerza misteriosa que impulsa las acciones humanas. Así, en Wagner se hallaría el mensaje recogido en la Edad Media que se refiere a la lucha de lo puro, espiritual y perfecto contra las pasiones humanas. En Handel, al poder de la música capaz de mover las pasiones del alma para conseguir que la obedeciera incluso Alejandro Magno. En Debussy, los opuestos románticos entre sacro y profano, con su complejo simbolismo de comienzos del siglo XX. Sibelius en el título de su obra se refiere a las oscuras leyendas medievales islandesas; para Strauss se trata del momento culminante de la vida y de alcanzar la transfiguración del alma.

Wagner perteneció a la generación de jóvenes liberales que reclamó una Alemania unida por una lengua, historia y cultura comunes en un territorio falto de unidad política que le diera coherencia a esos elementos. Su ópera Lohengrin comienza con un preludio, no una obertura como era frecuente, en el que el Santo Grial desciende hasta llegar a manos humanas.

Handel nació en la ciudad alemana de Halle que en sus días hacía parte de un ducado que poco después se fusionó con otra unidad territorial. Cuando Handel viajó a Inglaterra, se vio involucrado en la disputa entre la nobleza británica de la tierra y el rey del pueblo británico, sin tierra. Handel gozó del respaldo del rey, a quien le sirvió de propagandista desde su teatro, con obras que llegaron a un punto culminante en su oratorio de lengua inglesa Mesías. El concierto para arpa de Handel estaba incrustado dentro de su oratorio La fiesta de Alejandro. Comenzaba cuando el tenor concluía el recitativo que dice lo que sucedido luego de que sonara la lira produciendo notas trémulas que ascendieron al cielo e inspiraron la dicha celestial. Los tres movimientos breves son una realización del texto del recitativo en una alternación entre rápido y animado con mucho intercambio entre orquesta y solista, seguido de un movimiento lento en el que el arpa está predominantemente sola y concluye con uno más veloz y con mayor balance entre grupo y solo.

Debussy dejó piezas importantes para el repertorio del arpa. Las dos danzas en el presente programa las compuso para ejecutarlas en un arpa llamada cromática, patentada por Pleyel y Wolff, sobre un diseño de Gustav Lyon y de la que subsiste una copia en el museo de instrumentos musicales de Bruselas. Esa arpa, como en el piano, tiene cuerdas que corresponden a las notas que se tocan con las teclas blancas y cuerdas adicionales para las notas de las teclas negras. Las cuerdas, además, se cruzan, de suerte que cualquiera de las dos manos puede alcanzarlas para producir los ricos sonidos cromáticos que en la época de Debussy fueron cada vez más frecuentes en las composiciones, notas de difícil alcance para las arpas diatónicas o de concierto. Las dos danzas de Debussy buscaban sacar el mayor partido tanto de la expresión implícita en su título, como de la riqueza armónica para las que fueron concebidas. Esto, a pesar de que el arpa para la que las compuso no logró la divulgación y puesta en práctica necesarias y por eso suelen interpretarse en arpas de concierto.

La obra sinfónica de Sibelius Una saga, en un solo movimiento, pertenece al género del poema sinfónico, luego la estructura formal no corresponde a la de las sinfonías en su organización en cuatro movimientos con características estructurales admitidas y practicadas. El compositor tuvo aquí mayor libertad de expresión o de narración, tanto que muchos años después de su composición, Sibelius quitó toda importancia a la referencia literaria a las sagas y la conectó con lo que denominó como los años más difíciles de su vida.

Cuando Strauss ya había terminado su poema sinfónico Muerte y transfiguración, le solicitó al poeta Alexander Ritter un texto que interpretara la obra en torno a la muerte de un artista. En él, pasa por la mente del hombre yacente la imagen de su vida desde la inocencia infantil, sigue luego la lucha contra la adversidad en su edad adulta y llega hasta las metas conseguidas. Al final, la muerte le permite alcanzar la ansiada transfiguración vinculada al infinito.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org