OFB, Leonardo Marulanda y Teresita Gómez: obras de Pinzón, Jachino y Rachmaninov

 

 

Orquesta Filarmónica de Bogotá, Colombia

Director: Leonardo Marulanda, Colombia

Solista: Teresita Gómez, piano, Colombia

 

Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo

Viernes 4 de septiembre de 2015, 20:00

 

 

Jesús Pinzón Urrea (Bucaramanga, 1928)

Goé Payarí: canto después de la muerte (1982)

I. Mundo selvático

II. Sirirí Payarí: canto a la muerte

III. Goerí: retorno al Universo

 

Carlo Jachino (Italia, 1887 – 1971)

Concierto para piano y orquesta (1957)

I. Un poco agitato

II. Calmo (La sabana de Bogotá)

III. Vivace (basado en un tema popular de Boyacá)

 

Sergei Rachmaninov (Rusia, 1873 – Estados Unidos, 1943)

Sinfonía No.1 en re menor, op.13 (1895)

I. Grave – allegro non troppo

II. Allegro animato

III. Larghetto

IV. Allegro con fuoco

 

La obra Goé Payarí de Jesús Pinzón parte de un rito de los indígenas tucano en la zona de influencia del río Vaupés. Hasta este territorio habría viajado Pinzón quien presenció algún rito de los tucano, posiblemente dotado de ese carácter cíclico que se encuentra en su música que representa comienzo y fin, vida y muerte, las estaciones del año, nacimiento e iniciación junto con muerte y trascendencia. Pueblos tucano habitan aún territorios ancestrales en Colombia, Brasil y Venezuela. El texto en lengua tucano que canta el coro en la pieza de Pinzón es de una etnia que precede a la creación de Colombia. Esta obra de uno de los más destacados compositores nacionales, según aseveraba en 2014 el músico Pedro Sarmiento, no había sido ejecutada hasta entonces sino en tres oportunidades.

Carlo Jachino fue contratado para trabajar en Colombia tras la II Guerra Mundial. El gobierno nacional buscaba estimular la producción de “música erudita” que procedía del Conservatorio Nacional. Poco después de su llegada al país, Jachino recibió la designación de director del Conservatorio en Bogotá. Ocupó el cargo entre 1952 y 1954 y abundan los testimonios sobre su positiva influencia sobre la calidad de la producción musical, tanto como del colosal desorden administrativo de su gestión. Jachino regresó a Italia pero conservó un profundo afecto por Colombia y los colombianos y dejó este Segundo Concierto para piano que sirvió de homenaje al país, su gente y su música. La obra está marcada por reconocibles melodías de “música colombiana” dentro del marco neoclásico de la estructura de un concierto para piano en tres movimientos. La exigencia para la intérprete es entre mediana y elevada, según la editorial musical que publicó la obra. La gracia, adicional, está en realizar las citas de música colombiana sin perder el hilo del conjunto de la obra pero realzando el carácter tradicional y popular indispensable para hacerlas vibrar.

Al joven Rachmaninov, de 22 años, le tomó la mayor parte de 1895 la composición de su Primera Sinfonía. El estrenó ocurrió en 1897, bajo la dirección del compositor Glazunov quien parece no haber ensayado la pieza a cabalidad resultando en una pobre interpretación. Comentaristas como el compositor César Cui destrozaron la sinfonía al comentar la insignificante repetición del mismo breve truco. El propio Rachmaninov fue aún más duro cuando la calificó de débil, infantil, forzada y grandilocuente. La obra, no obstante, fue un esfuerzo por encontrar la propia expresión y proponerla rompiendo algunos moldes. En ella abundan pequeñas células rítmicas que constituyen su eje, antes que la melodía. La orquesta es grande y usa una percusión amplia. Los choques entre grupos de instrumentos o su colaboración cumplen el propósito de exhibir la potencia del conjunto y su versatilidad, en especial en el poderoso cuarto movimiento.

 

Las notas realizadas por Ricardo Rozental para los programas de mano se elaboran por solicitud del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo a quien pertenecen la totalidad de los derechos patrimoniales: www.teatromayor.org